La narcotización adormecedora de la sociedad venezolana

6 años sin pisar mi país natal. Por diversas razones, principalmente de desacuerdo político con las gestiones del régimen de Hugo Chávez, así como económicas debido a las condiciones laborales precarias en el antiguo continente, donde resido. El hecho, es que transcurrió más de un lustro, para que volviera a recorrer las calles de Venezuela.

Lo cierto es que, aparte de las alegrías que viví durante el mes que pude permitírmelo, gracias tanto a mi familia de sangre, como a mi familia putativa, y a algunos pocos amigos que tuve la ocasión de ver, el estado depresivo en el que la política ha sumido a la sociedad de mi nación, es algo que nunca jamás creí llegar a presenciar en esta tierra caribeña tan cargada (y que por favor, no suene a cliché, porque no lo es de ninguna manera) de alegría, optimismo, entusiasmo y risas. Durante mi actual paso por Europa, no he tenido la ocasión de rodearme tanto de esas cualidades humanas, como lo hacía cuando vivía en Venezuela.

Sin embargo, a mi gente allá le han trastocado el ánimo, la han narcotizado, la han transmutado con vileza y animadversión en seres inertes que vagan por la vida, cual zombies, sin ninguna esperanza, sin ninguna luz al final del túnel que señale que las cosas efectivamente pueden ir mejorando, que esto que atravesamos, es sólo una crisis pasajera, una racha negativa que sólo ha durado varios años y que estamos predestinados a superar. No. De hecho, es todo lo contrario.

Hace algunos años, existía una convicción férrea en el venezolano sencillo, el de a pie, el que sólo quiere vivir su vida sin serias complicaciones políticas, de que efectivamente, este caudal de energías sociales negativas llamado “chavismo” pasaría pronto y la nación, podría comenzar a desandar aquel camino repleto de intransigencia, de odio, de venganza, de vagabundería, de negligencia, de nihilismo y lo que es peor aún, de muerte, que el Sr. Hugo Chávez Frías y su fiel seguidor oportunista, el Sr. Nicolás Maduro Moros, nos habían señalado.

Ahora no. Lo he vivido en carne y hueso. Ya no tengo ni un solo familiar, ni un solo amigo cercano que resida allá, que esté convencido que pronto, por las buenas o por las malas, cesará esta dictadura y algún gobierno democrático pueda sondear los malos agüeros del Chavismo para tratar de enderezar el timón de la nave perdida, de la nave fantasma. Este estado depresivo, el de la Venezuela zombie, se sostiene en que nadie tiene confianza suficiente para creer que los distintos factores que no convergen con el régimen autocrático, puedan realmente llevar a buen término, acciones que siquiera hagan tambalearse a la dictadura.

Precisamente, es aquí dónde el régimen chavista, ha sido tan inteligente durante estos tres lustros: ha sabido sistemáticamente desmotivar y desmovilizar, a través de duros golpes rastreros y de “puñaladas traperas” (en buen argot criollo), a los diversos componentes opositores: a la sociedad civil, a los partidos políticos, a las ONG’s, a los empleados de los poderes públicos, al estudiantado, a las asociaciones de vecinos y finalmente, no hay que descartarla, a la milicia.

A su vez, el cuantioso lobby internacional a través de las embajadas, partidos políticos, gobiernos de la región, cineastas y actores de Hollywood y asociaciones de corte marxistas, todo, eso sí, a punta de golpe de jugosa chequera petrolera, ha contribuido a forjarle al régimen una careta de demócrata, que realmente no tiene pero ni en la mente del más naïf de los seguidores chavistas. Eso en estrategia militar sería como un golpe magistral, una encerrona, una emboscada perfecta a la disidencia venezolana.

El haber pasado por tantos acontecimientos políticos seguidos adversos, ha desmotivado al venezolano que inclusive, sabiendo que su sueldo no le alcanza para llegar a final de mes, de que vive en uno de los países más inseguros del planeta (con más de 24 mil asesinatos sólo en 2013, y más de 200 mil durante toda la era chavista), con una inflación que supera el 61% (y que también es la más alta del planeta), con graves problemas de abastecimiento en varios de los rubros básicos de alimentación e higiene, con fuertes restricciones e inconvenientes para acceder a divisas extranjeras y a billetes aéreos, así y todo, el venezolano promedio se ha decantado por quedarse en casa y evitar las acciones normales y democráticas de protesta.

Pareciera un cuadro clínico de alguna afección psiquiátrica. ¿Cómo conviertes a una de las idiosincrasias más alegres, optimistas y fiesteras en un pueblo muerto por dentro? Pues para saberlo sólo basta conocer la historia reciente de Venezuela, tanto en lo que compete a los desastres gerenciales del régimen chavista como a los diferentes costosos errores de los políticos opositores.

Y es que ninguna de las estrategias opositoras ha funcionado: ni elecciones limpias, ni la abstención a la Asamblea Nacional, ni los referéndums revocatorios, ni las manifestaciones masivas llevadas a cabo principalmente entre 2001 y 2004, ni los paros de todo el aparato productivo nacional, ni las manifestaciones cívicas realizadas desde el hogar, ni las acciones de calle, ni los llamados “casa por casa”, ni siquiera la pequeña gran victoria electoral contra el régimen en 2007, cuando se le ganó a la maquinaria electorera del gobierno en el rechazo al intento de modificación “socialista” de la Constitución nacional. Nada.

Por supuesto, la estocada final del régimen para hacer caer en la más profunda narcolepsia a la sociedad venezolana, resultó la victoria amañada, tal como muchas organizaciones tanto nacionales como internacionales de prestigio declararon, del candidato oficial Nicolás Maduro, tras el fallecimiento de Hugo Chávez, en abril de 2013. Como consecuencia de este golpe bajo, la sociedad civil estuvo adormilada un año, sin lograr siquiera alzar su voz contra la opresión chavista. Sin embargo, en febrero de 2014 y durante 5 meses, una luz de esperanza se encarnó en la juventud estudiantil, que tomó la calle a diario, como forma de protesta contra la delincuencia, la corrupción flagrante, la inflación, el adoctrinamiento, las graves carencias en el sistema sanitario y farmacéutico en el país, así como el aislamiento al que está siendo sometido el país, tras la enorme reducción de vuelos internacionales.

Sin embargo, y a pesar de lo que habría podido esperarse en cualquier otra nación, con escenarios incluso mucho menos graves que el venezolano, no existió en ningún momento, ninguna avalancha de respaldo al noble movimiento estudiantil del 2014. Al contrario, en vez de sumar apoyos masivos, recibió fuerte crítica de distintos sectores dentro de la propia oposición venezolana, que apostaba más bien, a aguardar. Pero ahora bien cabe la pregunta, ¿aguardar a qué?

Retornando a mi reciente experiencia en Venezuela, destaco que me chocaron con violencia los precios de las cosas, inclusive las más básicas como alimentos, medicinas, repuestos, etc. Y eso si es que corres con la dicha de conseguir lo que necesites. Que esa disyuntiva me resultó totalmente desconocida, porque cuando dejé mi país en 2008, prácticamente había de todo en el país y la escasez todavía no era un verdadero monstruo. ¿Cómo un gobierno “socialista” es capaz de llenarse la boca con frases hechas aseverando que en Venezuela el pueblo tiene una inapreciable calidad de vida, cuando está a la vista de que es todo lo contrario? Realmente la desfachatez opiácea de este gobierno, llega a niveles de estudio clínico.

Otro factor que resalto es que cuando aún residía en mi país, la cantidad de propaganda oficial, si bien resultaba excesivamente alta para cualquier país democrático occidental, no era ni la punta de la sombra de lo que es hoy en día. Definitivamente, el Gran Hermano de la novela 1984 de George Orwell, resucitó en los trópicos. Transitar por cualquier espacio de cualquier urbe o incluso pueblo pequeño nacional, sin toparse a cada instante con la terrible propaganda oficial y partidista del gobierno, es matemáticamente imposible. Hasta allí, llegan los enormes recursos petroleros de este país. Para eso sirven: para forrar con las caras del difunto Chávez y del actual dictador, Nicolás Maduro, cada esquina del paisaje humano venezolano. Y es que al paso que vamos, ya hasta pronto en la selva, montañas, playas, ríos y desiertos colocarán también, la horrenda propaganda oficial.

Precisamente, cuando observas a la gente humilde, de pie, bajo el fuerte sol caribeño, realizando sus largas colas para acceder a los productos más básicos de la alimentación, estoicamente sin quejarse, comprendes que este enorme gasto en propaganda, que a la vez va amenizada con más de 8 canales de TV pública al servicio del régimen, y muchísimas estaciones de radio, diarios, semanarios y páginas web que cumplen el mismo fin adoctrinador, ha dado resultado. Comprendes que el censurar medios de comunicación privados, así como el comprar a los que no han querido plegárseles, ha funcionado. Comprendes, que la existencia de círculos comunitarios «bolivarianos» plegados al Poder en cada barrio de cada ciudad, con 15 años de labor propagandística y en muchos casos, amenazante, han dado el resultado tan deseado por la doctrina castrista que practica el chavismo.

Es en ese momento, que por más que te lo cuente a diario tu familia y amigos en el país, es en el momento que observas por ti mismo como gran parte de la ciudad capital está militarizada con efectivos portando armas largas y equipo anti-motín, que logras comprender el “adormilamiento” y la depresión colectiva que existía en el país. Es cuando reflexionas, que a día de hoy, más de 1.6 millones de venezolanos han emigrado desde 1999, la mayoría con consciencia opositora, con estudios universitarios, la mayoría jóvenes menores de 40 años, muchos de quienes nos opusimos activamente al régimen, mientras vivíamos allí. Es ahí cuando entiendes, que no será tan fácil salir de este hondo pozo social.

El pasar por tantos acontecimientos políticos seguidos adversos, ha desmotivado al venezolano.

A la gente allá le trastocaron el ánimo, la narcotizaron, la transmutaron con vileza y animadversión en seres inertes que vagan por la vida, cual zombies.

Sin embargo, no todo está perdido. La verdad es que igualmente y a pesar de los titánicos inmorales esfuerzos de la dictadura chavista, existe mucho descontento y desafección por el caótico sistema de vida que impera en el país. Es ahora, cuando la oposición tiene que unirse y “sentar cabeza” de una manera más activa y lograr, esta vez sí y de una vez por todas, capitalizar a su favor ese inmenso descontento que lentamente va despertando de esa narcolepsia inducida. Y esto no sucederá, es bien sabido de todos, hasta que no sean capaces de incluir en un sentido amplio, a los sectores más populares del país. A aquellos que en su día optaron por ver a Hugo Chávez como un salvador, un caudillo, un mesías que todo lo resolvería. Pero ese día está cerca. Ya la niebla de la depresión ha comenzado a disiparse.

 

«De Javier Montes de Oca».

Chavismo o la Crónica de un Fracaso anunciado

El régimen incompetente que gobierna esta nación tiene que enfrentar en los próximos meses medidas ampliamente impopulares tales como una nueva devaluación de la moneda nacional, el bolívar.

Se dejaron pasar durante lustros con timidez y respuestas frías, temas gravísimos como el desmantelamiento de la empresa petrolera, el partidismo político raudo y expreso en los tribunales, en la fiscalía, en la defensoría del pueblo, en la contraloría general y como caso arquetípico y uno de los más graves: en el renglón electoral.

 

Venezuela. ¿Qué les puedo decir de este país tropical, caribeño? Nada que ya no sepan. Sólo quedan buenos recuerdos sentidos de lo que fue una niñez, una adolescencia, una juventud prometedora. Era un país lleno de futuro, de niños, de jóvenes plenando los salones de clases de las escuelas, institutos y universidades.

¿Teníamos problemas? Sí. Miles de problemas, como todas las jóvenes repúblicas latinoamericanas, africanas o asiáticas, es decir, las naciones del mal denominado “Tercer Mundo” o países “en vías de desarrollo”. Faltaban chicos por escolarizar, mejor distribución de la riqueza que entraba por concepto de petróleo, hidrocarburos, minerales, agricultura y otras exportaciones. Estaba el problema de la escasa producción en el país, que siempre desde tiempos inmemoriales ha preferido importar casi todo lo que consume a producirlo en el propio territorio nacional. El problema de la vivienda era esencial, cientos de miles de venezolanos se agolpaban en los cerros de las principales urbes donde se ubican las barriadas populares en casas de materiales muy baratos que cada vez que llovía, se llevaba al traste los sueños de progreso de esas depauperadas personas.

Enfin, miles de problemas, como en cada nación. La inflación de los precios de todo lo esencial, así como los numerosos focos de delincuencia y violencia callejera amenazaba con hacernos pasar por tiempos agudos de precariedad social. Sin embargo, nada hacía preveer la debacle que se le vendría al país petrolero en los últimos tres lustros.

Apareció mesiánicamente un caudillo, venido de las llanuras occidentales del país, antiguo militar, quien hubiera cumplido una cortísima condena en prisión por un sangriento golpe de estado en 1992, que se saldó con decenas de víctimas inocentes. Al ser furtivamente indultado, este funesto personajillo se dedicó a hacer política y con una verborrea pródiga, una oratoria y retórica inflamatoria, se metió en el bolsillo y en el corazón a millones y millones de venezolanos. Literalmente.

El resto ya es historia archiconocida. Cuando a un caudillo populista sin preparación ni historia democrática contrastada se le da la oportunidad de medirse en unas elecciones versus candidatos que representaban lo mismo que tenía el país después de cuarenta años de políticas fallidas, no había que ser pitoniso para saber lo que pasaría. Este señor, valiéndose del amplísimo poder popular, político, judicial y militar que tenía, fue olvidándose groseramente del principio democrático fundamental de la separación de poderes y actuó como el Kraken de la mitología nórdica, absorbiendo todos los entes e instituciones públicas y hasta privadas que hacían vida en el país con sus tentáculos silenciosos (y no tan silenciosos).

Para ello, se valió de tretas, artimañas y argucias que los uno aplaudieron sin reflexionar como focas y los otros, prefirieron no unirse, no levantar la voz y utilizar la tan clásica y dañina expresión venezolana: “no vale, yo no creo que haga eso”. Esto se podía escuchar como contestación a diario entre amigos, tras cada exposición del acontecer y actualidad nacional.

De esta manera, se fueron dejando pasar durante lustros con timidez y respuestas más frías que tibias, temas gravísimos como el desmantelamiento de la empresa petrolera, el partidismo y favoritismo político raudo y expreso en los tribunales, en la fiscalía, en la defensoría del pueblo, en la contraloría general y como caso arquetípico y quizás uno de los más graves: en el renglón electoral.

De esta manera, poco a poco aunque sin ninguna pausa, la sociedad venezolana se fue dejando meter unos golazos de parte del PSUV o partido liderado por el antiguo teniente coronel golpista. Casos gravísimos como el de la ideologización en escuelas, universidades y hasta hospitales y centros de salud. Ahora el PSUV, como buen partido de izquierda extremista, intentaba reescribir la historia según su utópica visión en la que ellos eran los únicos intermediarios válidos ante toda la problemática venezolana. Siempre se persiguió y castigó a la disidencia, por el simple hecho de hacer su trabajo como en los casos de los comisarios de la desmantelada Policía Metropolitana de Caracas, Iván Simonovis, Henry Vivas y Lázaro Forero, o la jueza Afiuni, insultada en cadena obligatoria de radio y TV o el caso del exgeneral del ejército Rául Baduel, a quien se le pasó factura política por haberse pasado al bando opositor.

Otro caso que la sociedad venezolana resintió fue la pérdida de espacios comunicacionales privados e independientes tales como canales de TV, emisoras de radio, páginas web, diarios y revistas. Estos mass media corrieron la suerte algunos de ser cerrados, otros obligados a cerrar por no ser rentables, otros vendidos y comprados por testaferros afectos al proceso chavista, otros más auto-censurados, so pena de no padecer millonarias multas por parte de los órganos censores del gobierno por decir alguna verdad que no conviniera al régimen cada vez más autocrático.

Sin embargo, aún no hemos hablado a fondo de uno de los peores agravantes de la terrible situación venezolana: la delincuencia. En Venezuela es exageradamente sencillo tener un arma y comprar municiones. ¡Y no cualquier pistolita! Hablamos de armas de guerra filtradas por los propios policías y militares directo a las favelas, ya que muchos de ellos (totalmente malpagados y con condiciones de trabajo miserables), o bien pertenecen a peligrosas bandas delictivas o tienen amigos y familiares “militando” en ellas. Además, estos jóvenes (muchas veces niños de 14 años), que además consumen alcohol y estupefacientes en grandes cantidades justo antes de sus felonías, se logran esconder en estas favelas y mimetizarse así en el paisaje urbano depauperado a espaldas de las clases medias. Por esta razón, a estos cerros “no sube” la policía y cuando lo hace de manera muy timorata, es muy poco lo que puede lograr.

Si a esto le sumamos que el sistema de cárceles en Venezuela no reforma sino que más bien “forma” criminales peligrosos y llenos de saña infrahumana, por las deplorables condiciones en las que sobreviven los reos venezolanos y a un “sistema” de justicia completamente ineficiente y corrompido que, según todas las ONG’s consultadas deja sin castigo a un promedio entre el 93 y el 95% de asesinatos, ya es posible imaginarse el caos que se produce en un país desmantelado de esa manera. En una sociedad descascarada.

¿Qué obtuvo de beneficioso el pueblo venezolano a cambio por su fidelidad? La clase media y alta, absolutamente nada. En cambio, contrasta con las lamentables pérdidas de su calidad de vida en todos los sectores anteriormente mencionados y en otros tan normales y cotidianos como lo debería de ser el sistema nacional de suministro de agua (en un país que cuenta con gigantescos recursos naturales del vital líquido) y luz eléctrica (con enormes plantas hidroeléctricas funcionando a un reducido porcentaje de su capacidad por falta de profesionalismo y por grave negligencia gubernamental), los repuestos para sus vehículos, además de la flagrante escasez en la alimentación y en conseguir materiales para rubros como por ejemplo, la construcción.

Eso sin contar, la enorme dificultad para poder viajar fuera del país, debido a la disminución drástica en pasajes aéreos a otros destinos y que cuando se consiguen, cuestan unos precios tan exorbitantes que no cualquiera puede permitírselos. A esto hay que aunarle el severo Control de Cambios que prevalece en Venezuela desde el 2003 (CADIVI), por el cual no se puede obtener ninguna moneda extranjera, sin intermediación del gobierno nacional, quien es finalmente el que decide quien puede obtenerlas, a qué precio, por cuánto tiempo, para cual finalidad, asignando siempre el gobierno los montos según sus propios criterios.

Eso sí, paradoja del “socialismo chavista”: para poder acceder a cualquier moneda extranjera debes de tener una sólida tarjeta de crédito (con un amplísimo margen crediticio) respaldada por un banco privado nacional. ¡Qué paradoja made in Venezuela!

Ahora, centrémonos en las clases bajas que históricamente han sido el voto duro del chavismo. Existen sectores populares que en los primeros años, aproximadamente hasta el 2007-2008 vieron mínimamente mejorada su calidad de vida, puesto que de pasar a no tener nada en la llamada IV República (esto siempre es totalmente discutible), pasó a tener acceso a migajas de la inmensa renta petrolera que entraba al país.

El teniente coronel golpista y caudillo en cuestión, Hugo Chávez y luego su sucesor, Nicolás Maduro, han contado con la inconmensurable suerte de que el precio del barril de petróleo ha oscilado los 100$ desde hace más de una década. Por esa razón, le fue sencillo a Chávez a partir de 2004 organizar unas acciones sociales que él dio en llamar “Misiones”, donde bajo la estrecha colaboración de funcionarios cubanos traídos al país gracias a la gran admiración que el dirigente profesó siempre hacia Fidel Castro, se le suministraba al pueblo gratuitamente alguna atención médica en sus casas o se le brindaba educación primaria y universitaria o se le daban créditos para sus proyectos de cooperativas o se intentaba sacar a los mendigos de las calles, etc.

Estos programas, bien entendido, eran una forma directa de amplio clientelismo político y populista puesto que siempre se hacía todo, bajo la premisa de que era Hugo Chávez quien personalmente les daba todo eso y nunca se concibieron como un “derecho” del pueblo venezolano. Además, a estos préstamos, créditos o matriculaciones educativas, el gobierno jamás le realizaba un seguimiento profesional. Es decir, están documentados cientos de casos de créditos concedidos a supuestas cooperativas que al cabo del tiempo finalizado, no se habían utilizado en ninguna de las razones para las cuales se habían destinado. Y lo peor: nadie pagaba por ello, mientras se seguía arruinando el erario público.

Entonces, ¿quién puede fiscalizar este desmantelamiento social? Absolutamente nadie. El sistema diseñado como un cefalópodo con saña ha comprado desde hace más de un década a todos los altos magistrados del órgano de justicia nacional, el Tribunal Supremo de Justicia, así como al órgano encargado de la corrupción y de la administración del patrimonio: la Contraloría General de la República.

Pero lo más grave radica en la inteligencia con la cual ha manejado y usurpado todo el poder electoral. El Consejo Nacional Electoral es un reconocido órgano del Partido Socialista Unido de Venezuela (el PSUV). Su cabeza visible desde hace muchos años, ha sido vista alegremente en mítines del partido ostentando los colores y los símbolos de esta agrupación política. ¿Qué puede esperarse entonces de ellos? Para colmo de males, en Venezuela, como en muy pocos países del mundo, las votaciones tanto para la presidencia como para los cargos regionales están automatizadas, lo cual evidentemente, a nivel informático da pie a las mil y un manera de trucar estas máquinas. Y existen miles de pruebas más de fraudes electorales, reconocidas inclusive, por órganos internacionales imparciales.

Por estas múltiples razones y aunado a las detenciones arbitrarias de los líderes de la oposición democrática como Leopoldo López y de otras detenciones de estudiantes, un importante sector de la oposición venezolana ha salido desbocada a las calles a protestar masivamente desde el pasado mes de febrero de este año. Sin embargo, y a raíz de la durísima represión estatal, con agentes cubanos y la inteligencia del régimen castrista apodada G2 colaborando con las fuerzas tanto militares como paramilitares de Nicolás Maduro, el saldo final de las protestas que se extendieron en el lapso de tres meses, resultó de 45 personas fallecidas, cientos de heridos y cientos de privados de libertad.

Esta desmedida represión, perpetrada no solamente por los cuerpos de seguridad del estado, sino también por grupos de antisociales pagados por la “Revolución” chavista denominados colectivos, a la par de la debilidad y la injusta y desigual lucha que ha tenido que hacer frente la oposición democrática de este país, la ha menguado nuevamente. Por ende, desde mediados de este año ha debido recular en sus aspiraciones válidas a una salida de la crisis gubernamental y ha debido sumergirse nuevamente en un estado de adormilamiento rayano en la depresión colectiva.

Sin embargo, el régimen incompetente que gobierna esta rica nación petrolera tiene que enfrentar en los próximos meses medidas ampliamente impopulares como una nueva devaluación de la ya ampliamente golpeada moneda nacional, el bolívar, o el aumento de los precios de la baratísima gasolina subvencionada por el estado, entre otras. Esperemos, que esta nación con una larga tradición democrática, pueda a través de un despertar popular masivo de todos los sectores de la población, volver pronto a la ruta democrática y exigirle la rendición de cuentas a estos forajidos que han expoliado a toda una sociedad su más precioso patrimonio: la dignidad.

 

«De Javier Montes de Oca»

Los Audios de los Otros. Micrófonos ocultos del Chavismo.

¿Poner micrófonos ocultos en las casas de los dirigentes políticos, diputados, sindicalistas, alcaldes y gobernadores? ¿Tan bajo ha caído el Chavismo? La respuesta es sí. Y con el caso reciente de la diputada de la MUD, María Corina Machado, donde flagrantemente, según lo denunciado por ella misma, algún ente próximo o por lo menos mercenario al alto oficialismo ha recogido mediante algún sofisticado equipamiento tecnológico una conversación de la diputada con el reconocido historiador Germán Carrera Damas, así lo ha demostrado.

Según palabras de Machado, esta conversación habría durado más de dos horas y se habría realizado dentro de la biblioteca del despacho personal del domicilio del historiador, por lo cual lo presentado por los patanes indecentes de Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas y Ernesto Villegas, ministro de incomunicación, desinformación y propaganda del régimen, no serían más que extractos copiados, pegados, ultrajados y tergiversados de las palabras que Machado habría tenido con Carrera en privado.

Sin embargo, lo más grave no es esto. Supongamos que sí, que la cosa fue como los adinerados burgueses de Rodríguez y Villegas lo habrían propuesto. Que una diputada a la Asamblea Nacional haya comentado con un profesor (según Machado, Carrera Damas habría sido profesor suyo) en privado, en uno de los aposentos de los implicados que no estaba de acuerdo en la manera como Ramón G. Aveledo, secretario general de la opositora MUD estaba conduciendo las riendas en el aspecto internacional del conflicto venezolano, no consiste de ninguna manera ni en un crimen ni en una razón para haber sido profanada de esa manera.

Yo no lo digo porque guarde algún tipo de empatía con esta diputada, la cual hasta hace muy poco reconozco que me resultaba intragable. El auténtico problema aquí radica, sin duda, en el hecho, de que algún agente (¿cubano?) haya podido penetrar en el domicilio de Carrera Damas, y como en las mejores películas hollywoodenses microfonear el recinto, escuchar la conversación, cortar y recortar lo que mejor les pareciera y luego exponerlo al mundo así sin más.

¡Cómo si conversar en privado en tu casa y comentar los desacuerdos que se tengan con la gestión de sus líderes en X ó Y renglón fuera un delito! Lo que sí que constituye un delito en cualquier sociedad del siglo XXI, es violentar el hogar de un profesor universitario, debido a que previamente los esbirros del PSUV habrían tenido algún “tubazo” de que se reuniría allí con María Machado. Delito tendría que ser publicar sin el consentimiento explícito de la diputada y además realizando un conveniente corta-pega de la conversación privada que se tuvo. Recuerdo hace muy poco, el caso de las escuchas ilegales en los tabloides británicos “The Sun” y “News of the World” del magnate australiano Rupert Murdoch, donde todos los principales culpables fueron llevados ante la justicia inglesa, cuando mínimo a testificar y a pedir perdón por tan baja estrategia.

Es sumamente preocupante entonces los extremos a los que son capaces de llegar las bestias salvajes del chavismo por conservar su cómoda cuota de poder, el cual en este preciso momento no pudieran ostentar estando en un país donde la justicia y el organismo electoral no hubieran sido secuestrados. Al enterarme de esta noticia, enseguida vino a mi mente la película alemana “La Vida de los Otros” de Florian Henckel von Donnersmarck (2006), donde se puede apreciar todo el control ejercido por la Stasi, policía política del régimen totalitario de la Alemania Oriental comunista y la asfixiante vigilancia ejercida sobre los círculos intelectuales de la época mediante escuchas ilegales en sus domicilios.

Los venezolanos que aún no hayan visto esta película se las recomiendo encarecidamente, ya que no me cabe la menor duda, de que el gobierno chavista, asesorado por las altas esferas de las inteligencias cubanas e iraníes, tienen planificadas muchísimas otras nuevas escuchas a todo tipo de activistas y dirigentes de oposición. La amenaza del “1984” de George Orwell, pero al estilo “mamarracho chavista”, sigue cerniéndose sobre nosotros. Esto no hará sino complicar el ya dificilísimo trabajo de la oposición democrática que ahora incluso deberá dudar hasta de las paredes donde se reúna, gracias a las bajezas mentales y morales de los Hermanos Castro, de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Elías Jaua y demás escorias humanas inescrupulosas y embriagadas de poder autocrático.

Y es que como la propia diputada Machado dice, que alguien no pueda estar tranquilamente en su cocina, en su cuarto de baño, en su habitación hablando con un amigo de política, de los males que aquejan a nuestra viciada sociedad venezolana, sin tener la paranoia persecutoria de que el Gran Hermano Hugo Chávez, desde el noveno anillo del Infierno los vigila, es mucho más que preocupante.

Sólo espero como venezolano, que la juventud nacional y todo aquel que quiera o estime remotamente a su país, emule lo que gallardamente han hecho recientemente turcos y brasileños: salir a la calle a romper. Que ya no nos queda otra contra un régimen tiránico.

«De Javier Montes de Oca»

Los Audios de los Otros, micrófonos ocultos del chavismo

Tal como lo plasmó en esta película alemana de Florian Henckel, el Chavismo ha comenzado a espiar las conversas privadas de opositores comprometidos.

1984-George_Orwell

El escritor británico Orwell en 1948, escribiría uno de mis libros de cabecera: 1984, basado en la demencia colectiva que puede resultar de un régimen totalitario.

El Circo Grotesque de los Horrores bolivarianos

Ningún venezolano se beneficiará de elegir presidente a Maduro, quien ha ido surgiendo exclusivamente por su fidelidad canina al ausente.

El pueblo podrá caerle a goles al señor del bigotón poblado el próximo 14 de abril, callándole su homofóbica, xenófoba, resentida y populista boca de mal imitador.

No paro de asombrarme. Día tras día. Desde el pasado 5 de marzo, no ha pasado ni un solo día que no me haya dejado boquiabierto la gente. Y no sólo venezolanos de a pie, sino gente que he conocido, que puedo (o al menos podía) llamar mis amigos. Colegas de la universidad, periodistas, otros, personas con las que he trabajado, o simples conocidos. Son personas que a cualquier anarquista, agnóstico o ateo (no es mi caso, porque no me enmarco en ninguna de esas tres tendencias) le daría verdadero asco debido al comportamiento que han adquirido de cara a la muerte del presidente Chávez.

Han tomado la postura del fallecimiento de Chávez como una especie de burla, de parodia de las muertes en combate de la Antigua Grecia, cuando el héroe caía gloriosamente en batalla y luego lo llevaban a ser llorado por las plañideras en su tierra. Han intentado por todos los medios de elevarlo a la categoría mítica, de encumbrarlo al Olimpo de los grandes y auténticos luchadores sociales de la categoría de Nelson Mandela, Mahatma Gandhi o Martin Luther King. Le han traspasado como mágicamente el título del auténtico, único e irrepetible Libertador Simón Bolívar (1783-1830) que libertó seis naciones latinoamericanas del yugo de la corona española e inspiró junto a otros grandes como San Martín, O’Higgins, Santander, Solano López o Artigas la gesta de la idiosincrasia latinoamericana, al insultador y vejador de oficio Teniente Coronel Chávez, antiguo golpista fallido contra la democracia en 1992.

Me ha dejado anonadado el efecto del entramado urgido por los hermanos Castro, para hacerse con las reservas probadas de crudo más grandes del mundo y así, de la mano de otros gobiernos serviles como el de Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández o Daniel Ortega poder saquear a mano armada las riquezas minerales y en hidrocarburos que tiene mi país. Toda esta dantesca puesta en escena orquestada por las marionetas Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Elías Jaua, ha contribuido a tocar en lo más profundo el pathos, la fibra sensible y catártica del más pobre y humilde venezolano, que (en sólo en algunos casos afortunados) ha recibido pequeñas migajas en forma de dádivas clientelares, que no contribuyen en lo más mínimo al progreso real de esas personas, marginadas desde siempre por las  malas prácticas de los cuarenta años anteriores, pero flagrantemente empeoradas por las actuales prácticas de ese parapeto ideológico bastante cutre, llamado Chavismo en honor al occiso.

Ningún venezolano de los de a pie se beneficiará de elegir presidente al señor Nicolás Maduro, quien ha ido surgiendo exclusivamente por su fidelidad canina al ausente. Sin embargo, este señor, de dudosa moral y ética, ahora ha comenzado con mal pie vejando las propias últimas voluntades del ahora occiso. Ni ha respetado su deseo porque fuera el teniente Cabello quien se encargara de la presidencia durante un mes y llamara a elecciones, ni tampoco ha querido darle sepultura a su pérfido cadáver en su tierra barinesa, sino que ahora lo expone como un muñeco pútrido embalsamado, al más puro estilo Grotesque o Gore en una urna de cristal, para ser observado por llorosos y curiosos ojos.

Es inmoral elevar a los altares sociales a una persona perfectamente mortal y con cientos de crímenes en su haber, pero claro, en una sociedad descompuesta por la violencia, la ignorancia y la pobreza, donde lo malo está bien visto, se veneran pidiéndole milagros inclusive a antiguos criminales y asesinos apodándolos “Los Santos Malandros”, a quienes se les prenden velas y se le rezan como si de un santón chiíta se tratara. De esa manera, ¿cómo no esperar que en el imaginario colectivo del pobre, no se eleve a Chávez a la categoría de santo o de mártir inclusive?

Ahora, el maquiavélico señor Maduro, dijo el mismo día de su fallecimiento que a Chávez le había sido “inoculado el cáncer por el cual murió por el mismo Imperio yankee” y el iletrado pueblo venezolano que busca con esperanza seguir las mentiras del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), asesorado estrechamente por el régimen cubano, por supuesto, se creerá lo que el delfín de su ídolo diga.

La forma como se ha manejado al pueblo, al pobre, al humilde, es una grosería, una calamidad social. El inescrupuloso triunvirato chavista, ha gestado una división prácticamente irreconciliable en el pueblo venezolano, lo ha degradado, lo ha degenerado y ha manejado la muerte del teniente coronel, militarista a ultranza, en simple campaña y mítin electoral. A la par, bien es sabido por todos, que en Venezuela el órgano electoral, el que debería de arbitrar los resultados, está completamente parcializado y recibe todas las prebendas y beneficios económicos de disfrutar del Socialismo del siglo XXI, idénticamente que el Tribunal Supremo de Justicia, cuyos jueces son despedidos en público y encarcelados con ensañamiento cuando contrarían las órdenes del alto mando chavista. Es por esta razón, y utilizando el luto reciente manejado de la forma más teatral y circense que pudiera existir, que el señor Maduro ganaría con muchas probabilidades la presidencia de la República de Venezuela. Sin embargo, la pelea será peleando, el balón es redondo y siempre el pueblo podrá caerle a goles al señor del bigotón poblado el próximo 14 de abril, callándole su homofóbica, xenófoba, resentida y populista boca de mal imitador de su teniente coronel occiso.

Eso esperamos. Y si la contra-involución llegara a perder por los votos contra la Involución bolivariana, bajo las consabidas marramucias que nunca faltan para conseguir votantes, tales como darles cédulas de identidad nacional a inmigrantes chinos, cubanos e iraníes, así como de ir a buscar a los votantes a sus casas y llevarlos con regalos como una lavadora o electrodomésticos al centro de votación, así y todo, seguiremos en pie de lucha, porque como dijo recientemente el gran novelista peruano Mario Vargas Llosa, “el régimen chavista caerá muy prontamente por sus corruptelas y por la delincuencia que en él habitan”. Eso espero encarecidamente, ¡vamos Venezuela!

«De Javier Montes de Oca»

Y sí…seguiré opinando.

No entiendo por qué me dicen que me debo callar. Que me debo de controlar. Que no debo quejarme tanto. Que si al fin y al cabo tú no vives en el país desde hace 4 años, ¿en qué te afecta a ti? Y es que Venezuela, al parecer, se ha convertido, en los últimos años, en un país en donde los emigrantes inmediatamente se nos quita la cédula de identidad, el DNI venezolano. Es decir, según algunas personas que aún viven en Venezuela, aunque debo de decir que esta tendencia creciente de intolerancia empieza a hacerse un pelín incómoda ya, los que debimos emigrar en búsqueda de otras latitudes donde establecernos, debemos in so facto colocarnos una mordaza en la boca y una venda en los ojos, para no ver ni para comentar lo que en el país pasa. En NUESTRO país pasa. Ahh, también debemos de ponernos unos protectores de esos antifracturantes en las manos, para evitar que podamos escribir…o unos guantes de cocina, de esos de la abuela, también podrían servir…

Nunca un español por salir de España, fue considerado un extranjero. Ni un francés, ni un escocés, ¿y que me dicen de un chino? Adonde sea que el pobre vaya con sus ojos rasgados, será inmediatamente tildado de chino, aunque fuera camboyano, vietnamita o coreano, da igual. Es chino. Ahh, entonces yo sí, el venezolano, por salir de mi país debo de «bajarle dos» como se dice ahora en la jerga coloquial caraqueña, a la intensidad de la denuncia social, a compartir contenidos para que la gente lea y se instruya. Para que se quite el velo negruzco que le impide observar la realidad de la pudrición social en el país. De como te pueden matar por un reloj, por un par de zapatos o ¡hasta por un pedazo de móvil! Ah no, pero como, abro comillas, «tú ya no vives en el país, quedaste excluido del derecho a la opinión, tú de qué te quejas si ya no te afecta nada», cierro comillas, entonces ellos suponen que yo debo omitir la deuda de gratitud que yo tengo con mi nación, en la que viví un cuarto de siglo orgullosamente, y de la que cada vez que me preguntan en el exterior que de donde soy, con la frente en alto cito al país de las 7 estrellas, (sí, siete). Vale ok, pues se quedarán con las ganas. Porque si bien la cúpula aprovechada del Chavismo nos robó a nuestra patria, contando con el ingenuo apoyo popular de las clases bajas y media que buscaban una alternativa a los años de incertidumbre verdiblanca de la «Guanábana», aún no ha podido robarle la conciencia a millones de venezolanos y millones de extranjeros, ¡sí, ellos también cuentan! Vengan de donde vengan, me importa mucho su opinión y su visión foránea es oro puro. Seguiremos denunciando las cientos de miles de irregularidades y corruptelas que entretejen tanto por debajo de la mesa, como por arriba a vista de todo el mundo, la cúpula carcomida de la V República, los dirigentes nauseabundos del PSUV que se dan baños en oro a diario, aplicando técnicas de propaganda nazi, de la Italia fascista, del Bolchevismo ruso, del Juche norcoreano, del Franquismo español, de las dictaduras del Cono Sur y sobretodo, de la dictadura comunista cubana, mientras el pueblo se come un cable, se mata en las cárceles, se desangra en la ignorancia, se veja debajo de un puente e intenta creer en pajaritos preñados volando en retroceso….

¿Que el capitalismo es la solución? Por supuesto que no lo es, por culpa del capitalismo, de Caldera, de CAP, de Lusinchi, de Luis Herrera, estamos viviendo esta pesadilla, inclusive los que estamos afuera, la sentimos, entérense de una vez…por culpa de sus políticas desacertadas neoliberales, se engendró un monstruo, una especie de Godzilla del Llano, que salió de lo más profundo del ejército nacional, para dar un Golpe de Estado y con ideas marxistas viciadas por el petróleo y por el ánimo de mamar justamente de esa teta, captó al pueblo raso, a los habitantes de esas barriadas y chabolas venezolanas, con muchas necesidades, mucha ignorancia y muchísimo cortoplacismo, además de captar también a una panda de oportunistas, ladrones, asesinos y demás escoria social de la talla de Juan Barreto, Jesse Chacón, Diosado Cabello, Iris Varela o Lina Ron…ah sí, nuestra querida Lina con su megáfono…

Entonces no, como se dice en mi ciudad, ¡de bolas que no! No queremos optar por un capitalismo salvaje, tipo George W. Bush, Tony Blair o Mariano Rajoy, pero tampoco queremos saber nada del populismo borracho que adormece a la población con muy poca cultura, con tergiversaciones ideologizadas de la realidad socio-política del Continente americano y del mundo, con un electrodoméstico gratis sin merecerlo, a cambio de un voto, con un techo de zinc como en la IV, con insultos y con esa soltadera tan procaz y frecuente de sapos y culebras por la boca de «ilustres» mandatarios de la calaña del homofóbico y clasista de Nicolás Maduro o del drogadicto de Mario Silva

Yo no sé que será de Venezuela a corto ni a mediano plazo, pero si se que este país está destinado a salir adelante, a abandonar la delincuencia, las armas de fuego, los maletinazos, el matraqueo policial y aduanero, el abuso al turista y esa mentalidad fascista de decirle a uno que sólo porque vives afuera de nuestras fronteras, ya «no entiendes lo que es ser venezolano»…pero todo eso a largo plazo, por desgracia. La revolución, que debe de estar en nuestras cabezas y ser lo suficientemente fuerte como para retirarle la «R» inicial de la palabra, será cuando todas las clases sociales se unan por el beneficio del país, se deje de una vez por todas el egoísmo y la «jaladera de bolas» con el político de turno (dícese del Lamebotas en Venezuela) y se vaya con la cara bien en alto a protestar a Miraflores y exigirle a Chávez, Maduro y Cabello que dejen de ser títeres flácidos de los hermanos Castro y nos devuelva nuestro país, que se lo dimos prestado por 5 años y ya van 14…y ni atisbos de concluir. Y sí, seguiré opinando porque mi país me duele.

«De Javier Montes de Oca»

 

La evolución funciona, la revolución disfunciona.

La evolución funciona, la revolución disfunciona.